CUANDO SE TRATA DE HACER GRANDES PELÍCULAS no hay deporte que se le mida al boxeo: síntesis de la épica, el dolor, la codicia, la rivalidad, el triunfo pasajero y la derrota inexorable, es decir, de todas esas cosas que sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Con el box no es necesario inventar ni exagerar nada, basta con revisar la biografía de un campeón del mundo cualquiera para encontrar esa trama compleja que cualquier guionista soñaría con escribir. Ahí reside el éxito del Jake La Motta interpretado por De Niro, o incluso del Rocky Balboa encarnado por Stallone. El boxeo es tan cruel, tan operístico, tan dramático (tan humano) que cualquiera de esos personajes pasa perfectamente por real. Eso que vimos en el cine tranquilamente pudo pasar en el Rincón del Box.
Juan Pablo Cadaveira no tenía mucha idea de eso cuando un amigo le invitó a acompañarlo a ver una pelea en Connecticut, a una hora de su casa en Nueva York. Ni siquiera le gustan los deportes, pero cuando vio a Sergio ‘Maravilla’ Martínez entendió rápidamente que ese era el personaje de su primera película. Sería un documental y no tenía idea de cómo iba terminar. El boxeo, generoso con todos menos con los púgiles, se encargó del resto.

Ciertamente, había puntos de contacto entre el personaje y el cineasta: compartían la nacionalidad y además ambos eran expatriados, pero el atractivo del personaje iba más allá. “A nivel cinematográfico había un gran personaje, súper interesante, carismático, con un gran pasado de lucha y un presente super dramático también, porque todo el mundo estaba esperando a pelear con él cuando empezara a decaer”, resume Cadaveira. Como buen campeón, Maravilla tenía pasado y presente de hambre: luego de pasar años en la serie B del boxeo, el púgil argentino logró llegar a la cúspide. Pero cuando Cadaveira lo vio pelear por primera vez acababa de ser despojado de su título de los pesos medianos con uno de esos golpes de despacho, cada vez comunes en el boxeo mundial. Recuperar el cinturón no solo implicaría ganar peleas, también imponerse a un establishment donde el pay-per-view y el tamaño de las bolsas pesa mucho más que talento o el poder de los puños.
Pintaba ya como una tremenda historia, y Cadaveira acompañaría a Martínez en ese trance, a ver qué pasaba. ‘Maravilla, la película’ es la crónica de ahí una odisea que pasa por gimnasios y cuadriláteros, pero también por oficinas y estudios de televisión. “La historia de un hombre que lucha por seguir luchando”, define el director.
La historia se fue escribiendo, y Cadaveira admite que no habría podido imaginar un final mejor. De hecho, esa pelea Martínez vs. Julio César Chávez Jr. fue una de las mejores de los últimos años. Y el último asalto fue de infarto.
Es la magia del boxeo, metáfora de la vida, y a veces también del cine. La odisea de Maravilla Martínez para pelear por un cinturón en Las Vegas también puede parecerse a la de un joven cineasta latinoamericano que busca apoyo para su primera largometraje. Para ambos hay negativas, teléfonos ocupados y financistas avaros, una estructura de poder diseñada para hacerles el camino lo más difícil posible. “A todos nos suena la campana y todos los días es un round”, resume el cineasta, que ahora se reconoce como un fanático del boxeo. Cosas que suelen ocurrir.
Comentarios recientes