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Deporte – ciencia

mes

julio 2015

Nos tocó el grupo de la muerte

Ya sabemos que el hinchaje es irracional. Solo así se puede explicar la expectativa por un sorteo tan anodino como el de los emparejamientos para las eliminatorias de Sudamérica. Igual prendimos la tele y contemplamos atentos a Ronaldo y Forlán sacando las bolitas de la pecera –todas, presumo, a la misma temperatura ambiente– y cuando salió el nombre de Perú nuestro corazón, hay que admitirlo, se aceleró un poquito. Al final, nos tocó el número 9 de entre 10 selecciones, lo cual demuestra que, cuando se trata del fútbol peruano, hasta el azar nos hace justicia.

Al final, el fixture nos quedó así (fina cortesía de RPP):

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¿Conviene o no conviene? Da para largo el debate. Otra cosa es que sea productivo o sirva para algo. Igual es saludable el cambio, aunque sea solo para variar el guión de un drama que siempre acaba igualito. Después de repetir durante tres ciclos eliminatorios el mismo fixture, ya la cosa parecía aburrida, por repetitiva: nunca clasificamos. Ahora al menos tenemos una expectativa distinta: si no clasificamos (es bastante probable) al menos no llegaremos al objetivo de una manera diferente.

Fue Sergio Markarián, que se quejaba por todo y veía fantasmas por todas partes, el que metió en la agenda el tema del calendario como una de las dificultades que enfrentaba el Perú en su tortuoso camino por las eliminatorias sudamericanas. Pero nunca, que yo recuerde, desarrolló con precisión qué partes del fixture eran las que le causaban tanta molestia. Quizás haya sido esa fecha doble de visitante que implicaba visitar La Paz y Asunción (bisagra entre la rueda de partidos de ida y vuelta). Pero si no le has podido sacar al menos un punto al Paraguay más pobre de los últimos años en Asunción… ¿estabas como para ir al Mundial? Me parece que no. Y ni hablar de Bolivia en La Paz ¿No era acaso que el futbolista peruano está habituado a jugar en los ambientes más duros? Ya la altura no asusta ni siquiera a los argentinos, y el rival menos.

Igual, el resultado fue decepcionante, osea, que pudo ser mejor. Luego de tabular las respuestas con hinchas y expertos, creo que este es el fixture que nos hubiera convenido. Hay que tomar en cuenta que, según estimaciones basadas en las eliminatorias pasadas, se necesitan al menos 23 puntos para quedar entre los cinco de arriba:

Fecha 1: Perú vs. Brasil (sin Neymar).

Fecha 2: Perú vs. Uruguay (en Cerro de Pasco y sin Suárez).

Fecha 3: Perú vs. Paraguay (en Lima nomás, que siempre les ganamos)

Fecha 4: Perú vs. Venezuela (choque de alto riesgo)

Fecha 5: Perú vs. Bolivia

Fecha 6: Bolivia vs. Perú (en Santa Cruz)

Fecha 7: Perú vs. Bolivia

Fecha 8: Perú vs. Bolivia

Fecha 9: Perú vs. Bolivia

Fecha 10: Perú vs. Bolivia

Fecha 11: Perú vs. Bolivia

Fecha 12: Perú vs. Bolivia

Fecha 13: Perú vs. Bolivia

Fecha 14: Perú vs. Bolivia

Fecha 15: Perú vs. Bolivia

Fecha 16: Perú vs. Bolivia

Fecha 17: Perú vs. Bolivia

Fecha 18: Argentina (ya clasificado) vs. Perú (en Buenos Aires)

Repechaje: Perú vs. Papua Nueva Guinea – partido de ida en Port Moresby y la vuelta en el Estadio Nacional. Felizmente Australia ahora juega con los asiáticos.

Lamentablemente, el sorteo arrojó otra cosa: tenemos que jugar con todos. Como siempre, nos tocó el grupo de la muerte.

El recogebolas vuelve a meterse a la cancha

Por Bruno Rivas

El lunes, en medio de un visionado de documentales de box, les dije a mis amigos Jaime, el mismo de este blog, y Óscar que hoy en día el deporte está cada vez más alejado de la hazaña. Señalé que los cambios sociales y culturales que han modificado al mundo han provocado que cada vez sea más difícil que un deportista profesional apueste por el romanticismo, por el simple amor por el juego. Actualmente, un ídolo del Atlético Madrid no tiene problemas en mudarse a Barcelona o un campeón de box elige sus combates en virtud de los dígitos que tendrá su cuenta bancaria. Sin embargo, mientras lanzaba mis discursos atemporales, un futbolista me demostraba que aún existen los que le dan la contra al espíritu de la época. Ese mismo día, Carlos Tevez concretaba su regreso a la Bombonera de Boca Juniors.

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Tevez con su tío Segundo

El relato que acompaña a Tevez no es muy distinto a los de los boxeadores que hicieron historia. Por ejemplo, sus orígenes son muy similares a los que tuvo Mike Tyson. Al igual que el boxeador estadounidense su infancia estuvo marcada por la ausencia y vicios de sus progenitores y creció en una zona en donde imperaba la delincuencia. El Brooklyn de Tyson de los setenta era el Fuerte Apache de Tevez de la última década del siglo XX. Ambos barrios tatuaron su espíritu y por eso no es casualidad que al delantero argentino lo apoden ‘el apache’ Solo las intervenciones de personajes que cumplieron el rol de padres adoptivos evitaron que las estrellas fueran absorbidas por un ambiente corruptor. Si Tyson fue rescatado por su entrenador Cus D’Amato, Carlitos recibió el apellido de su tío materno Segundo Tevez. No obstante, el tío Segundo logró mejores resultados que D’Amato. Tevez ha sabido mantenerse lejos del mundo de los vicios, de ese que suele hundir a los mejores talentos del deporte.

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Si bien sus primeros pasos fueron el All Boys, en 1997 cumplió el sueño de jugar en el club del que es hincha a muerte: el Boca Juniors. Las fotos que se tomó en su época de recogebolas con figuras como Palermo, Barros Scheloto y Riquelme, con los que luego jugaría, revelan la devoción que tenía por la azul y oro. Con Boca ganó casi todos los títulos posibles, Apertura, Libertadores, Sudamericana, Intercontinental, estuvieron entre sus logros. Tras un corto período en Brasil, en donde también campeonó, siguió el camino esperado y dio el salto a Europa. En el club inglés siguió cosechando títulos. El argentino sumó a su nutrido escaparate dos Premier League, Carling Cup, Community Shield, Champions League y Mundial de Clubes. Su historia de éxito la continuó en el otro lado de la ciudad. Con el Manchester City siguió ganando torneos locales. A pesar de una controversia con el técnico Roberto Mancini que lo alejó de las canchas casi una temporada completada, salió del club con una marca de 73 goles en 148 partidos. La última etapa de su brillante carrera europea la tuvo en Italia. Con la diez de Alessandro del Piero tuvo dos temporadas de ensueño que estuvo cerca de coronar con su segunda Champions League. Solo el Barza de Messi, Neymar y Suárez pudo detenerlo.

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A sus 31 años, Tevez ha demostrado que tiene suficiente fútbol para seguir en los grandes de Europa. Sin embargo, ha realizado un acto de amor y ha vuelto a casa. No quiso retornar cuando sus energías no le permitieran aportar al máximo nivel. “Vuelvo en mi mejor momento. Estoy mejor que nunca física y mentalmente”, afirmó en la conferencia de prensa en la que firmó contrato. Ha regresado para servir de ejemplo a los más chicos y para volver a llevar a Boca a la cúspide del continente. Puro romanticismo, cero cálculo económico. El recogebolas ha vuelto, quizás el deporte sería más lindo si hubieran más hinchas que se metan a la cancha.

Mira los mejores diez goles de Tevez en Boca

La Copa del golpe

Hay una expresión que sintetiza la espiral de mediocridad en la que está sumido hace buen tiempo el fútbol sudamericano: sacar adelante el partido. Se dice respecto a los árbitros, como si su función fuera dosificar de una manera supuestamente razonable las patadas que se reparten en el campo, y no simplemente aplicar el reglamento, que señala con meridiana claridad qué cosa es foul y qué cosa no. El árbitro sacapartidos se opone al reglamentarista, una especie ya extinta en Sudamérica, como si para un juez seguir las normas fuera una decisión, una cuestión de escuelas o de ideologías. Para el sacapartidos, el reglamento es solo una herramienta más; es un permanente interpretador auténtico de la International Board, y como tal es impredecible. Uno nunca sabe si va a sacar la tarjeta amarilla, va a preferir la advertencia verbal o el siga-siga; menos, cuál es su criterio para sacar la roja. Es más: ante faltas similares toma distintas decisiones. Y a todo esto le agrega una regla adicional: la llamada ley de la compensación.

Su propósito, muchas veces celebrado y elogiado por cierta crítica especializada, no es impartir justicia dentro de la cancha, sino cuidar el espectáculo –o, quizás, evitar que los jugadores lo maten por ser demasiado estricto. Está demás decir que, si lo que quiere hacer el fútbol algo más agradable de verse, no lo consigue. El resultado suele ser todo lo contrario: recitales de patadas, codazos y rodillazos repartidos con creciente impunidad, como los que se vieron en la Copa América, un torneo de arbitrajes francamente lamentables.

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«Esto es América y acá se juega así», le contestó el árbitro mexicano Roberto García Orozco a Lio Messi le increpó porque dejaba que le pegaran tanto durante el partido Argentina-Colombia, según cuenta una crónica del diario español El País. No tiene por qué ser así. Si Sudamérica se vanagloria de ser cuna de grandes talentos futbolísticos, ¿por qué se resigna a que su torneo continental se parezca cada vez más una competencia de vale todo? Permitir el juego fuerte por encima del reglamento atenta contra el espectáculo, básicamente porque los principales receptores de las agresiones son los jugadores más talentosos, las estrellas, que en lugar de dedicarse a hacer lo que mejor saben se pasan la mitad del tiempo en el suelo y la otra mitad, cuidándose de las agresiones. Casi irremediablemente terminan fuera de sí, y a veces lesionados. El resultado es partidos intensos, emocionantes sin duda, pero en general con poca calidad.

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No se trata de negar que las infracciones son parte del juego, y muchas veces son inevitables. Pero sí se debe impedir que la falta sistemática y el antifútbol se conviertan en parte integral de una estrategia de juego. Tampoco deberían permitirse la repetición de faltas y las provocaciones orientada a sacar de quicio a un jugador rival. Los árbitros deberían estar pendientes de estas prácticas, que han sido recurrentes en la Copa, y hacer lo que supuestamente es su función: aplicar el reglamento.

En fin, deberían. Pero qué podemos esperar, si los jerarcas históricos de la Conmebol están ahora mismo presos, prófugos o con arresto domiciliario, acusados por la justicia de Estados Unidos de formar parte de una red de corrupción y sobornos. Es decir, lo que todo el mundo sabía.

Una mirada benévola nos llevaría a pensar que los árbitros simplemente son malos. Otra, un poco más descreída, a decir que en realidad son la cara visible de una podredumbre mayor.

Que cada quién se quede con la idea que más le reconforte.

Chile, el campeón adecuado

por BRUNO RIVAS

Chile es un justo campeón. Sería mezquino no reconocerlo. En un torneo en el que se jugó al límite de lo permitido -en realidad la línea fue cruzada en muchas oportunidades- fue la selección que supo sobrevivir. En un campeonato que tuvo por momentos aires de batalla campal, la roja fue la escuadra que le sacó provecho a su conocimiento del terreno. Chile alcanzó la gloria en una Copa América que se ajustó a su medida.

Mucho se ha comentado sobre fallos arbitrales que favorecieron al local. Sin embargo, los errores de los colegiados se dieron en varios partidos del torneo. No solo Chile se benefició de las fallas. Venezuela, Colombia, Uruguay e incluso el Perú le sacaron provecho a una mala decisión arbitral.   El juego violento fue permitido durante toda la copa y las grandes estrellas venidas de Europa lo sufrieron. Neymar, Messi, Cavani, James, fueron golpeados una y otra vez. Este ambiente inclinó la balanza hacia los equipos que tienen vocación por la destrucción.

La primera sorpresa del campeonato, la victoria de Venezuela sobre Colombia, fue la que marcó la ruta de lo que iba a ser el campeonato. El triunfo de la vinotinto, basado en el orden y en la desconexión de los circuitos del rival, indicó que iba ser un torneo en el que las defensas se iban a imponer sobre los ataques. Si Perú y Paraguay lograron llegar a las instancias finales del campeonato fue por su aplicación en sus retaguardias. El orden y la disciplina de sus equipos le dieron réditos a Ricardo Gareca y a Ramón Diaz y les otorgaron el tercer y cuarto puesto respectivamente.

Por lo tanto, en un campeonato como el descrito parece lógico que haya triunfado la propuesta de Sampaoli. Las grandes hazañas de la roja se han basado en mantener el orden y presionar al rival en los partidos cruciales. Aplicando esa estrategia sacó de carrera a España y estuvo a un palo de eliminar a Brasil en el mundial del 2014. Aceptar la condición de escuadra menor le calza perfecto a Chile. Justamente por eso le costó sacar adelante partidos en los que partía como favorito. Si sufrió para ganarle a Ecuador, Uruguay y Perú y empató en extremis con México, es porque no se siente cómodo a la ofensiva. Le cuesta mucho saber que no está en la obligación de ahogar a los creativos rivales. Claramente, ese problema no lo tuvo en la final contra Argentina.

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La albiceleste llegó como clara favorita a la final de Santiago. Durante todo el campeonato había mostrado el mejor juego y parecía haber llegado a su pico de rendimiento en la goleada de 6 a 1 sobre Paraguay. Sin embargo, los fantasmas que la persiguen desde hace 22 años volvieron a aparecer en el estadio Nacional. Argentina volvió a dejar en claro que se ha olvidado de ganar. Tal como ocurrió contra Colombia en cuartos y en la final del mundial contra Alemania, sus estrellas fallaron en los últimos metros. Pese a que tienen todo para convertirse en el imperio continental con miras mundiales, no son capaces de dar el golpe final. Los albicelestes vuelven a fracasar en sus gestas internacionales.

A diferencia de su rival, Chile sí mostró temple en la batalla final. Se paró firmemente en zonas defensivas y logró desconectar a la artillería albiceleste. Diaz, Medel y Vidal se erigieron como baluartes y se impusieron sobre las estrellas argentinas. La roja llevó el partido a su ritmo asfixiando a su rival. Su estrategia paciente indicaba que los sueños estaban convencidos que el paso del tiempo solo podía favorecerlo. En los tiros de penal mostró que la escuadra de Sampaoli no le tiene miedo al triunfo. Chile ha conquistado América por primera vez. Quizás no le alcance para triunfar luego en campañas mundialistas pero hoy por hoy posee merecidamente el podio continental.  

El Perú sigue calato

por BRUNO RIVAS

“Quienes olvidan o desprecian la historia están condenados a repetir los mismos errores de ella”, afirmaba Jorge Basadre en el siglo pasado. Décadas después, su frase no pierde vigencia en el Perú. Como prueba tenemos al derroche de optimismo que ha despertado la dignísima participación de la selección de fútbol en la Copa América de Chile. Tras el tercer puesto obtenido, no son pocos los que creen que nuestra clasificación al mundial de Rusia 2018 ya está asegurada. Parecen haberse olvidado de las graves carencias del balompié nacional. Como en ocasiones anteriores, se niegan a aceptar que el Perú, el seleccionado, sigue calato.

Pasada la resaca del triunfo contra Paraguay y la de la celebración por el merecido logro obtenido por el conjunto de Gareca, es importante volver a pisar tierra. Vale la pena hacer una serie de preguntas: ¿Realmente ha crecido el fútbol peruano en esta nueva etapa? ¿Es posible clasificar al mundial con el equipo con el que contamos? ¿Qué tan relevante es la obtención del tercer puesto en la Copa? Para responder esas interrogantes es necesario repasar la historia y mirar nuestro presente.

El gran acierto del libro “El Perú está calato” (Ganoza y Stiglich 2015) es el de poner en evidencia una realidad que muchos no quieren ver: que no hay razones para creer que se está dando un milagro económico peruano. Lo que propone el texto es que el alto crecimiento obtenido por el país en los últimos diez años ha generado un optimismo exagerado que impide que se vean los graves problemas institucionales que sufre nuestro país. Más bien, los autores afirman que el país es víctima de seis trampas que deben ser develadas. Solo aceptándolas podremos tener una visión adecuada de la realidad. Algunas de ellas se aplican muy bien a nuestro fútbol.

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La trampa del milagro futbolístico. Hay quienes afirman que Gareca ha logrado un milagro. Sostienen que ahora la selección peruana ha recuperado su estilo y que juega como en los mejores momentos del fútbol nacional. De seguir esa senda lograremos ser competitivos y con suerte clasificar al mundial. No obstante, es importante preguntarnos si no hemos tenido antes un período de crecimiento similar. Ahora son pocos los que recuerdan que a Sergio Markarián, el anterior técnico de la selección, le decían ‘el mago’. La gran performance que logró con un equipo parchado en la Copa América de Argentina 2011 parecían validar su apodo. El tercer puesto en Argentina provocó que muchos se llenaran de confianza y pensaran que la clasificación a Brasil 2014 era más que una posibilidad. Un par de años después, Markarián era acusado de vago y argollero por los resultados negativos obtenidos. Como ya es historia conocida no clasificamos al mundial. La magia se acabó y nadie entendía por qué. Pocos eran los que tomaban en cuenta que nuestros logros en Argentina descansaban, en gran parte, en factores externos. En esa oportunidad clasificamos como tercero en el grupo gracias a que enfrentamos a una selección mexicana sub 20 y vencimos en cuartos de final a una selección colombiana muy distinta que la que participó en las eliminatorias. Si bien tuvimos un buen desempeño también ayudó la falta de jerarquía de nuestros rivales. Ahora con Gareca ha ocurrido algo similar. Los factores externos también han jugado. Empezamos enfrentándonos a la peor Brasil de todos los tiempos y luego vencimos a una Venezuela que jugó setenta minutos con diez hombres. En el partido definitorio de la primera ronda, ‘ratoneamos’, al mismo estilo de Markarián, frente una Colombia que volvió a mostrar su falta de jerarquía. En cuartos tuvimos la suerte de encontrarnos con Bolivia, un equipo muy débil que solo llegó a esa instancia gracias a unos veinte minutos de ensueño frente a Ecuador. Con Chile, mostramos nuestra mejor cara en la adversidad pero finalmente perdimos. En la última presentación le ganamos a Paraguay en un partido que por momentos tuvo ambiente de amistoso. No es el espíritu de este post restarle méritos a la selección, finalmente hizo su juego en cada partido que disputó, pero es difícil creer en un milagro futbolístico tomando en cuenta esas circunstancias.

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La trampa de las fábricas sin milagros. En la última década algunas selecciones de menores le dieron alegrías a la afición. Los ‘jotitas’ que en el 2007 clasificaron al mundial sub 17 de Corea del Sur y la sub 20 que logró avanzar al hexagonal final del sudamericano del 2013 fueron la esperanza de una renovación del fútbol peruano. Sin embargo, las máximas estrellas de ambos cuadros o fracasaron en su transición al profesionalismo o no han logrado despegar en sus clubes. Mientras Manco obtiene más titulares por sus excesos que por sus actuaciones en el UTC de Cajamarca y Alonso Bazalar es casi un ex jugador; Yordy Reyna y Benavente no logran trascender en el fútbol de alto nivel. Asimismo, en el torneo local no brillan figuras jóvenes que sean capaces de ser el relevo para los actuales seleccionados. No es casualidad que Gareca haya tenido que recurrir a jugadores experimentados como Pizarro o Lobatón para completar el equipo. No hay recambio para Farfán y Guerrero, nuestras dos últimas grandes perlas, jugadores que ya están por encima de los treinta años. Y sin fábricas capaces de generar productos de exportación es casi imposible poder llegar a la más alta competencia. Sin fábricas no hay milagros mundialistas.

AREQUIPA, 19 DE DICIEMBRE DEL 2003. CIENCIANO DEL CUSCO CERRO UNA MAGNIFICA CAMPANA EN LA COPA NISSAN SUDAMERICANA AL DERROTAR A RIVER PLATE DE ARGENTINA CON UN GOL ANOTADO DE TIRO LIBRE. FUE LA PRIMERA VEZ QUE UN EQUIPO PERUANO ALCANZA EL MAXIMO GALARDON EN UN TORNEO CONTINENTAL. CON ESTE TRIUNFO CIENCIANO DEJO DE SER UN EQUIPO CHICO PARA CONVERTIRSE EN UNO DELOS GRANDES DEL FUTBOL PERUANO Y SUDAMERICANO. OPSE_2003DIC30_PERU_FUTBOL_COPA SUDAMERICANA 2003_PARTIDO FINAL_CIENCIANO_RIVER PLATE_OBTENCION DE TITULO_CELEBRACION_JUGADORES_CON LA COPA_CREDITO GERMAN FALCON/EL COMERCIO PERU_2003DIC30_AFD

Las trampas de la informalidad y de los clubes perdidos. En las competiciones internacionales es una constante las eliminaciones tempranas de los equipos peruanos. En la última edición de la Copa Libertadores fue bastante doloroso ver cómo los clubes naciones eran eliminados pese a tener todo a su favor. El único hecho destacable de un equipo peruano ha sido la brillante campaña del Cienciano en el 2003-2004 que le permitió ganar la Copa Sudamericana y la Recopa. Sin embargo, el equipo cuzqueño no supo sacarle provecho a ese momento de gloria y actualmente sigue careciendo de instalaciones propias, tiene deudas millonarias y hoy lucha por permanecer en primera división. Y el caso del Cienciano no es el único, los dos equipos más populares del país, Alianza Lima y Universitario de Deportes, sobreviven de administración temporal en administración temporal y no son capaces de superar sus problemas económicos e institucionales. Y es que el fútbol es el reflejo de una sociedad que vive en la informalidad. Son pocos los clubes nacionales que pueden ser incluidos en la economía formal por su cumplimiento en pagos y por contar con las instalaciones y recursos adecuados. En consecuencia lo que tenemos es un campeonato paupérrimo que aleja al espectador de las canchas. A pesar de que ahora, gracias al correcto desempeño de la selección en la Copa, algunos analistas digan que nuestro torneo no es tan malo; la realidad es otra. Equipos como los nuestros poco pueden aportar a un desarrollo sostenido de nuestro fútbol y a la clasificación a un mundial.

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La trampa de un Estado débil. El Perú es un país en el que la educación física no es obligatoria. Al parecer al Estado el deporte solo le interesa cuando se cosecha un logro. Deja en manos de cada individuo la posibilidad de desarrollarse en una disciplina deportiva. Esa es solo una muestra de cómo el Estado está ausente en varios ámbitos de nuestra sociedad. Lo que genera esta situación son ciudadanos que no se sienten respaldados por las instituciones y ven cómo sobrevivir por su cuenta. Eso explica la expansión del individualismo y la falta de compromiso con la comunidad. Es en esas circunstancias que se pueden entender declaraciones como la del díscolo seleccionado Andrés Mendoza en las que señalaba que perdía plata por jugar por Perú y que por eso la afición no debía exigirle nada. Finalmente, muchos jugadores han encontrado en el fútbol el vehículo para salir de la pobreza y no sienten que le deban algo a su patria. Por lo tanto, en una sociedad en la que el ciudadano es abandonado a su suerte es difícil que se forme un compromiso colectivo que implique una dedicación a largo plazo como es la clasificación a un mundial. Ya hemos visto como proceso tras proceso jugadores de gran categoría han preferido dedicarse a la juerga antes que concentrarse para sacar adelante un partido. No cabe duda que esta trampa ha estado y sigue presente desde hace mucho tiempo.

Todas estas trampas provocan que sea totalmente pesimista sobre el futuro de la selección en las eliminatorias. Creo que mientras no se superen esos problemas no tenemos opción de llegar a la gran cita futbolística. Sin embargo, esto no significa que dejemos de hacer todo lo posible por llegar. Es loable que Paolo Guerrero diga que nunca bajará los brazos y que Gareca defienda a sus jugadores y al campeonato peruano pero la realidad juega contra ellos. Finalmente son titánicos emprendedores que tienen al sistema en contra. En estos momentos es más importante que se superen las trampas que entorpecen a nuestro fútbol. De lo contrario solo estaremos replicando los errores de nuestro pasado. No habremos aprendido nada, tal y como lo dijo Basadre.

Argentina va por la toma del continente

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por BRUNO RIVAS

Por estos días, muchos han pronosticado la decadencia del imperio brasileño. Sus decepcionantes actuaciones en el Mundial del 2014 y en la Copa América de Chile, estarían poniendo en evidencia el fin de la hegemonía brasileña en el continente. Parece difícil que la verdeamarela recupere pronto su posición dominante en esta región. Ante esa nueva situación es relevante preguntarse quién ocupará su lugar. El conocido refrán “A rey muerto, rey puesto” debería aplicarse en este caso. Por lo visto hasta ahora en el torneo, Argentina emerge como el gran candidato a ocupar el trono.

El 6 a 1 endilgado el martes a la selección paraguaya parece ser el punto culminante de un proceso de expansión del fútbol argentino. Después de una primera etapa en la que el equipo albiceleste parecía calentar motores, ya empezó a emplear todo su potencial. Con su cadena de asistencias, el cerebro del equipo, Lionel Messi; terminó de demostrar que está más que contento con el esquema de Martino. Los fantasmas paralizantes que aparecieron contra Colombia, no se dieron cita en la semifinal. Argentina está empezando a olvidarse de sus fracasos.

El predominio regional de los gauchos no solo se expresa en las canchas. Fuera de ellas, en los banquillos, Argentina está dando pruebas de que está tomando el continente. La gran prueba es que todas las selecciones que han llegado a las semifinales del torneo tienen a un argentino como director técnico. Cada equipo victorioso cuenta con un entrenador que expresa la argentinidad. Este sistema de franquicias que ha aplicado la AFA le permite asegurar por lo menos un pedazo de la gloria. Si la albiceleste no llegara a alzar la copa, tiene asegurada parte del logro. Por lo menos, un argentino sería el responsable de la victoria. Sin duda, el país gaucho se está reservando el monopolio del éxito.

No obstante, la conquista del continente aún implica cruzar un último obstáculo: la toma de Santiago. La agresividad de la tropa argentina por momentos ha provocado que se descuiden los flancos defensivos. Su rojo rival, liderado por un hábil estratega gaucho, podría aprovechar esa debilidad. Asimismo, hasta ahora, los chilenos han sabido sacarle provecho a su localía. Pese a esos baches por superar, lo más probable es que Argentina termine de concretar su gesta. El buen fútbol desplegado debería permitirle emerger como el nuevo imperio sudamericano. Solo otro imperio, que aparece con cierta regularidad en el fútbol, podría bloquear su expansión: el de la injusticia.     

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