Por Bruno Rivas
El lunes, en medio de un visionado de documentales de box, les dije a mis amigos Jaime, el mismo de este blog, y Óscar que hoy en día el deporte está cada vez más alejado de la hazaña. Señalé que los cambios sociales y culturales que han modificado al mundo han provocado que cada vez sea más difícil que un deportista profesional apueste por el romanticismo, por el simple amor por el juego. Actualmente, un ídolo del Atlético Madrid no tiene problemas en mudarse a Barcelona o un campeón de box elige sus combates en virtud de los dígitos que tendrá su cuenta bancaria. Sin embargo, mientras lanzaba mis discursos atemporales, un futbolista me demostraba que aún existen los que le dan la contra al espíritu de la época. Ese mismo día, Carlos Tevez concretaba su regreso a la Bombonera de Boca Juniors.
Tevez con su tío Segundo
El relato que acompaña a Tevez no es muy distinto a los de los boxeadores que hicieron historia. Por ejemplo, sus orígenes son muy similares a los que tuvo Mike Tyson. Al igual que el boxeador estadounidense su infancia estuvo marcada por la ausencia y vicios de sus progenitores y creció en una zona en donde imperaba la delincuencia. El Brooklyn de Tyson de los setenta era el Fuerte Apache de Tevez de la última década del siglo XX. Ambos barrios tatuaron su espíritu y por eso no es casualidad que al delantero argentino lo apoden ‘el apache’ Solo las intervenciones de personajes que cumplieron el rol de padres adoptivos evitaron que las estrellas fueran absorbidas por un ambiente corruptor. Si Tyson fue rescatado por su entrenador Cus D’Amato, Carlitos recibió el apellido de su tío materno Segundo Tevez. No obstante, el tío Segundo logró mejores resultados que D’Amato. Tevez ha sabido mantenerse lejos del mundo de los vicios, de ese que suele hundir a los mejores talentos del deporte.
Si bien sus primeros pasos fueron el All Boys, en 1997 cumplió el sueño de jugar en el club del que es hincha a muerte: el Boca Juniors. Las fotos que se tomó en su época de recogebolas con figuras como Palermo, Barros Scheloto y Riquelme, con los que luego jugaría, revelan la devoción que tenía por la azul y oro. Con Boca ganó casi todos los títulos posibles, Apertura, Libertadores, Sudamericana, Intercontinental, estuvieron entre sus logros. Tras un corto período en Brasil, en donde también campeonó, siguió el camino esperado y dio el salto a Europa. En el club inglés siguió cosechando títulos. El argentino sumó a su nutrido escaparate dos Premier League, Carling Cup, Community Shield, Champions League y Mundial de Clubes. Su historia de éxito la continuó en el otro lado de la ciudad. Con el Manchester City siguió ganando torneos locales. A pesar de una controversia con el técnico Roberto Mancini que lo alejó de las canchas casi una temporada completada, salió del club con una marca de 73 goles en 148 partidos. La última etapa de su brillante carrera europea la tuvo en Italia. Con la diez de Alessandro del Piero tuvo dos temporadas de ensueño que estuvo cerca de coronar con su segunda Champions League. Solo el Barza de Messi, Neymar y Suárez pudo detenerlo.
A sus 31 años, Tevez ha demostrado que tiene suficiente fútbol para seguir en los grandes de Europa. Sin embargo, ha realizado un acto de amor y ha vuelto a casa. No quiso retornar cuando sus energías no le permitieran aportar al máximo nivel. “Vuelvo en mi mejor momento. Estoy mejor que nunca física y mentalmente”, afirmó en la conferencia de prensa en la que firmó contrato. Ha regresado para servir de ejemplo a los más chicos y para volver a llevar a Boca a la cúspide del continente. Puro romanticismo, cero cálculo económico. El recogebolas ha vuelto, quizás el deporte sería más lindo si hubieran más hinchas que se metan a la cancha.
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