por BRUNO RIVAS
Por estos días, muchos han pronosticado la decadencia del imperio brasileño. Sus decepcionantes actuaciones en el Mundial del 2014 y en la Copa América de Chile, estarían poniendo en evidencia el fin de la hegemonía brasileña en el continente. Parece difícil que la verdeamarela recupere pronto su posición dominante en esta región. Ante esa nueva situación es relevante preguntarse quién ocupará su lugar. El conocido refrán “A rey muerto, rey puesto” debería aplicarse en este caso. Por lo visto hasta ahora en el torneo, Argentina emerge como el gran candidato a ocupar el trono.
El 6 a 1 endilgado el martes a la selección paraguaya parece ser el punto culminante de un proceso de expansión del fútbol argentino. Después de una primera etapa en la que el equipo albiceleste parecía calentar motores, ya empezó a emplear todo su potencial. Con su cadena de asistencias, el cerebro del equipo, Lionel Messi; terminó de demostrar que está más que contento con el esquema de Martino. Los fantasmas paralizantes que aparecieron contra Colombia, no se dieron cita en la semifinal. Argentina está empezando a olvidarse de sus fracasos.
El predominio regional de los gauchos no solo se expresa en las canchas. Fuera de ellas, en los banquillos, Argentina está dando pruebas de que está tomando el continente. La gran prueba es que todas las selecciones que han llegado a las semifinales del torneo tienen a un argentino como director técnico. Cada equipo victorioso cuenta con un entrenador que expresa la argentinidad. Este sistema de franquicias que ha aplicado la AFA le permite asegurar por lo menos un pedazo de la gloria. Si la albiceleste no llegara a alzar la copa, tiene asegurada parte del logro. Por lo menos, un argentino sería el responsable de la victoria. Sin duda, el país gaucho se está reservando el monopolio del éxito.
No obstante, la conquista del continente aún implica cruzar un último obstáculo: la toma de Santiago. La agresividad de la tropa argentina por momentos ha provocado que se descuiden los flancos defensivos. Su rojo rival, liderado por un hábil estratega gaucho, podría aprovechar esa debilidad. Asimismo, hasta ahora, los chilenos han sabido sacarle provecho a su localía. Pese a esos baches por superar, lo más probable es que Argentina termine de concretar su gesta. El buen fútbol desplegado debería permitirle emerger como el nuevo imperio sudamericano. Solo otro imperio, que aparece con cierta regularidad en el fútbol, podría bloquear su expansión: el de la injusticia.
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