Fútbol hinchas peru

«El fútbol es popular porque la estupidez es popular», dicen que dijo Jorge Luis Borges, no en vano el más inglés de los escritores argentinos. No son pocos los intelectuales que han intentado darle la razón, incluso con base científica. Un reciente estudio parece haberlo conseguido: luego de complejos experimentos conductuales y de laboratorio, el Dr. Mehmet Uqbar, de la prestigiosa universidad de Diyarbakir, en el Kurdistán turco, asegura haber encontrado una relación directa entre visionado repetido de partidos de fútbol y la inhibición de ciertos neurotransmisores, entre ellos la dopamina. El resultado es un estado de virtual bloqueo de las funciones cognitivas. Aunque consciente y por ratos eufórico, el sujeto es virtualmente incapaz de adquirir nuevo conocimiento o incorporar nueva información que lo lleve a modificar sus creencias anteriores.

Para llegar a sus sorprendentes conclusiones, el Dr. Uqbar trabajó con dos grupos de voluntarios, uno de hombres y otro de mujeres. A los primeros les puso una larga serie de partidos históricos del Besiktas de Estambul, equipo del que solía ser fanático hasta finales de los noventas, cuando de modo abrupto –y sin que explicación racional, como él mismo ha reconocido– empezó a detestar el balompié. A las mujeres les puso repeticiones de telenovelas de su país, a fin de contrastar las reacciones. El resultado fue asombrosamente similar: tanto varones como féminas entraron en estado de extrema terquedad. Las mujeres, por su parte, insistieron con creciente agresividad en que el actor Halit Ergenç era más guapo que George Clooney o Brad Pitt, reconocidos referentes de la belleza masculina madura a nivel mundial.

El Dr. Uqbar prepara un detallado informe sobre su estudio, que espera sea publicado por Nature, para la debida validación de sus pares. Sin embargo, según ha expresado en los ambientes académicos, primero desea hacer una nueva ronda de experimentación en el Perú, país que no conoce aún, pero con el que asegura sentir una extraña sensación de cercanía desde que un elegante volante zurdo de apellido Del Solar llegó a Turquía para vestir la camiseta de su otrora querido club. Además, le han dicho que su comida es bien rica y que sus mujeres –las más bellas del continente– suspiran por Onur.

El Perú, además, resulta un país ideal para revisar la validez de sus experimentos. A Uqbar le resultó fascinante enterarse de que en un lejano país de Sudamérica los hinchas tienen la costumbre de repetir de manera compulsiva los videos de partidos de su selección jugados hace décadas, al punto de que han quedado convencidos de que en algún punto de su historia fueron una potencia futbolística. Incluso hay quienes sostienen que Perú debería reclamar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1936. Como consecuencia, los fanáticos peruanos renuevan su terca ilusión cada vez que su selección, ubicada actualmente en el puesto 61 del ránking de la FIFA, sale a jugar un campeonato.

Aun a falta de esta última validación, los hallazgos de Uqbar no han pasado desapercibidos. Avispados gerentes de marketing ha aprovechado la coyuntura para lanzar nuevos modelos de camisetas que, cosa curiosa, se compran con avidez, tanto en sus versiones oficiales como piratas. Futbolistas de equipos de tercera línea europea ocupan los espacios en las vitrinas de las tiendas deportivas que hace unos días estaban reservados a Lionel Messi y Luis Suárez. Y en el colmo de la audacia calculada, un supermercado ha ofrecido devolver la plata a todos los que compren televisores en sus tiendas, siempre que Perú llegue a la final. El domingo el Perú juega con Brasil y el país estará paralizado. En la mente del peruano promedio planea una idea: el Perú-Brasil de 1970 fue el mejor partido de la historia de los mundiales. Dicen que lo dijo Joao Havelange, que nunca en su vida mintió. Al menos ese partido se puede ver en colores.