Por Bruno Rivas
Cuando Pier Paolo Pasolini (1922-1975) hablaba de fútbol solía soltar frases felices. Para el cineasta y literato italiano, el fútbol era el único gran rito contemporáneo, superior al cine y verdadero reemplazante del teatro. Tanta era la pasión de Pasolini por el balompié que llegó a compararlo con el lenguaje. En su sistema de símbolos, el gol es la máxima expresión y aquellos jugadores capaces de marcarlos y regatear a sus rivales son considerados poetas. Más bien aquellos futbolistas que se escudan en la táctica y el orden colectivo son ubicados en la categoría de prosistas. En la década en que el intelectual italiano planteó ese sistema los grandes poetas eran los brasileños, mientras que los mejores prosistas eran los italianos.
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