por BRUNO RIVAS

Durante muchos años, el presidente boliviano, Evo Morales, fue poco más que un apestado. En sus días de sindicalista, a fines de los ochenta, fue perseguido, encarcelado e incluso estuvo cerca de la muerte. No obstante, en la década del noventa su suerte empezó a cambiar. Por esa época se convirtió en el gran líder de los cocaleros bolivianos poniendo en jaque al gobierno de Hugo Banzer y a sus aliados norteamericanos. Su cruzada se hizo tan reconocida que recibió dos nominaciones al premio Nobel de la Paz. Coincidentemente, en esos años, la selección boliviana lograba su máxima hazaña: clasificar al mundial de fútbol de Estados Unidos.

A Evo le tomó más de una década el construir un movimiento social que le permitiera evadir todos los escollos legales que lo apartaban del poder. En el 2005 ganó las elecciones y se convirtió en el primer presidente indígena de la historia de Bolivia. Desde entonces ha desarrollado una política nacionalista de recuperación de los recursos naturales que, contra todo pronóstico, le ha dado réditos económicos. El país del Altiplano es uno de los que más ha crecido en los últimos diez años. Sin embargo, durante todo ese tiempo, la selección boliviana ha quedado siempre en los últimos puestos de la tabla en las eliminatorias sudamericanas. No ha estado ni cerca de volver a un Mundial.

A pesar de su popularidad interna, Evo Morales no era bien visto en países como el Perú. Sus discursos y acciones eran criticados por politólogos y técnicos que veían en él a un mandatario populista e improvisado. Excentricidades como jugar partidos de fútbol durante las Cumbres de los Pueblos terminaban dándole asidero a sus críticos. Su diplomacia del fútbol era vista como ridícula. Al fin y al cabo, los bolivianos no juegan bien al balompié. No tiene sentido que su presidente haga exhibiciones de un deporte en el que el país altiplánico solo da vergüenza.

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Sin embargo, en los últimos meses, Evo ha empezado a ser visto con admiración en algunos países. Ahora, en el Perú admiran su don de mando y la eficiencia que muestra contra el crimen. Incluso en política internacional se muestra audaz. El reclamo histórico contra Chile para obtener una salida al mar lo ha llevado a La Haya. Los resultados de esa nueva actitud saltan a la vista. La selección boliviana está invicta en sus dos presentaciones en Chile. No recibió goles contra México y le hizo tres a Ecuador. Ahora se apresta a complicar a los anfitriones. Los equipos que pierden en el último minuto miran a Bolivia con envidia. Después de nueve años en el poder, la diplomacia de Evo parece estar surtiendo efecto.