izquierda

ALDO MARIÁTEGUI TIENE RAZÓN: el problema del Perú siempre ha sido la izquierda, siempre la izquierda. Llevamos al menos 20 años buscando ese zurdo prodigioso que nos complete la línea de 4, que marque con solvencia y se proyecte con criterio. Ni siquiera le pedimos que desborde y llegue hasta el fondo; con uno que otro buen centro estaríamos conformes. Pero ni eso tenemos. El lado izquierdo de nuestras selecciones es un permanente agujero negro.

Nuestra carencia desafía la estadística: ahora mismo la población peruana es de 30 millones de habitantes. De ellos, algo menos de la mitad es hombre, es decir, 14 millones y pico. Si, como dice Wikipedia, alrededor del 8% de la población es zurda, eso implica que en el Perú debe haber un millón de potenciales candidatos a cubrir el carril izquierdo. Sin embargo, Gareca optó por llevar a Chile y alinear como titular contra Brasil a Juan Manuel Vargas, en la práctica un ex jugador. Sobran los comentarios.

Percy Olivares, el lateral zurdo más diestro del fútbol peruano.
Percy Olivares, el lateral zurdo más diestro del fútbol peruano (foto: farandulita.com)

El último que supo ocupar la banda zurda con mínimo decoro fue Percy Olivares, quien para más inri era diestro. Y tampoco habrá sido tan destacado si Oblitas (el último que estuvo a punto de guiarnos a un mundial), optó en más de una ocasión por sentarlo. Su agilidad de pies (esa que luego lo consagró en El Gran Show) lo hacía desequilibrante en ofensiva pero muy frágil en la marca. Lo que llegó luego fue una serie de esperanzas que se quebraron: Mario Gómez o Juan Alexis Ubillús, por ejemplo. A tanto llegó nuestra desesperación que hasta Walter Vílchez ocupó el puesto. Luego apareció el Loco Vargas, que emocionó porque tiene dinamita en el pie izquierdo, pero nunca sintió el puesto. Y eso fue hace 10 años. Demasiado ida y vuelta para su creciente barriga.

Lo cierto es que el Perú nunca ha sido tierra de laterales. En la tierra que se proclama la segunda patria del tiqui-taca (después de Brasil) nunca ha sido bien visto el oficio pedestre del obrero condenado a subir y bajar sin parar, relegado a los confines del campo. Será que zurdo que encontrábamos con un mínimo de talento lo promovíamos a labores supuestamente más elevadas, como puntero izquierdo o volante de primera o segunda fila. Es que ser lateral cansa y encima requiere muchísima disciplina y entendimiento del juego, pues eso de decidir cuándo toca proyectarse y cuándo hay que cerrar no es tarea para improvisados. Encima, no es un puesto muy vendedor y es fácil encontrarse con un adversario habilidoso que se empeñe en dejarte en ridículo. Sale más a cuenta renunciar a la parte engorrosa del puesto y declararse abiertamente ofensivo, aunque eso vaya a contramano con el fútbol contemporáneo, que demanda tanto talento como sacrificio.

Que Perú deje de ser cantera de hinchas y se convierta en semillero de laterales nos ahorraría muchos disgustos. Pero claro, no es tan sencillo. Requiere tener vocación de actor de reparto en un país que se muere por las vedettes.