por BRUNO RIVAS

Todo ejército victorioso requiere de un general que sepa de geografía. De un líder que conozca cada accidente del campo de batalla y que tenga el ingenio suficiente para sacarles provecho. En los últimos torneos, la selección uruguaya no tuvo problemas en ese aspecto. En Sudáfrica, Argentina y Brasil, tuvo generales y lugartenientes capaces de llevar al ejército charrúa a buen norte. En Chile no se está repitiendo la situación.

En los últimos Mundiales y Copas Américas, el emperador Tabarez supo encargarle su ejército a generales aguerridos y oportunos. En su campaña africana, los celestes fueron comandados por un héroe en estado de gracia. Uno que fue retrasado para darle orden a la escuadra. Diego Forlán llevó a Uruguay a un inesperado cuarto puesto tras quedar a poco de derrotar, por si solo, a la armada holandesa. Un año después, el liderazgo provino de las zonas defensivas. El capitán Diego Lugano terminó tomando Buenos Aires y llevó la Copa al otro lado del Río de La Plata. La siguiente campaña pilló a los generales victoriosos en edad avanzada. Un nuevo héroe tuvo que tomar la posta. Luis Suárez se transformó en el caudillo que, luego de superar sus heridas, sorprendió a ingleses e italianos. Solo los excesos del líder evitaron que Uruguay tomara las canchas brasileñas. El canibalismo de Suárez fue castigado y provocó la retirada de las tropas charrúas.

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Por los problemas en Brasil, el ejército uruguayo ha arribado a Chile sin su general caníbal. Edinson Cavani, un ariete con experiencia en los Alpes franceses, está encargado de la gesta en el país austral. Sin embargo, hasta ahora el nuevo caudillo ha mostrado que tiene graves problemas con la geografía. En su primer comunicado, causó el revuelo general al referirse a Jamaica como un país africano. Ese error parece estar costando caro. En su primera batalla contra ‘los africanos’, el ejército celeste solo obtuvo una deslucida victoria. Días después, cosechó una dolorosa derrota a manos de sus vecinos y rivales del Río de La Plata. En ambos encuentros, el general ha mostrado pocos reflejos y mala ubicación. Sus remates nunca han llegado a destino. Ante esas circunstancias parece difícil que el ejército celeste repita sus campañas victoriosas.