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Ricardo Gareca

El chivo expiatorio, un relato tranquilizador

Todos los pueblos necesitan de relatos para constituirse. Se construyen a partir de historias que ayudan a generar una identidad colectiva. En ellas siempre están presentes padres fundadores, un carácter común construido a partir de episodios y batallas, enemigos que representan todo lo que no es el pueblo, y en algunos casos, un traidor, un chivo expiatorio al que se le puede culpar de todos los males que sufre la población. En los últimos treinta años, el pueblo peruano se ha especializado en crear relatos llenos de chivos expiatorios. Y muchos de ellos aparecían ataviados con la camiseta de la sección nacional.

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El salto del Tigre

TRES IMÁGENES PERDURABLES NOS DEJA LA COPA AMÉRICA HASTA EL MOMENTO: El chileno Jara haciéndole un tacto rectal al paso a Cavani, Retamoso cabalgando al boliviano Morales y el salto del Tigre Gareca. En realidad, el salto que el Tigre le ha hecho dar a la selección peruana. Llegó con apenas un par de partidos dirigidos, sin victorias y una buena excusa: la eliminatoria. Dos semanas después, es considerado el mejor técnico de la competición y los comentaristas internacionales ya se recitan su equipo de memoria.

No se le puede escatimar mérito al técnico argentino, y tampoco a Juan Carlos Oblitas, el director deportivo de la FPF que apostó decididamente por su contratación. A estas alturas, queda claro que Gareca tiene el perfil de técnico ideal para dirigir a Perú: no es un administrador de riquezas, sino un estratega capaz de compensar las carencias de su equipo a punta de pizarrón. Con un plantel tan corto, es necesario que el entrenador tenga recursos para compensar las inevitables ausencias por lesiones y suspensiones. El Tigre ha demostrado que sabe mover las fichas. Además, parece menos dispuesto a polemizar con la prensa y se preocupa menos por el entorno.

Lo normal es que los balances se hagan  al final de la participación. La semifinal con Chile, sin embargo, conjuga demasiados elementos y el resultado –sea cual fuere– definitivamente distorsionará la imagen que nos quedará del equipo. Es lo que pasa con los clásicos. Mejor, entonces, hacer un balance parcial, con cargo a añadir más elementos luego.

Línea por línea, esto es lo que viene mostrando Perú en la Copa América:

1) Defensa: sin discusión, lo más relevante es el redescubrimiento de Ascues, uno de los mejores defensas centrales del torneo. A Gareca se le prendió el foco, recolocó a un volante y con eso espantó las sombras que metían miedo en esa línea tan importante. Además, tiene margen de mejora, si se toma en cuenta que es nuevo en el puesto. Si mejora su criterio para la salida (a veces arriesga más de la cuenta) puede consolidarse como un central de élite en Sudamérica. Lo de Zambrano ya es conocido: un central de pico y pala, que a veces es necesario, pero el riesgo de que deje al equipo con diez siempre está latente. Igual, ahora mismo, esa dupla es lo mejor que tenemos. Que no se resfríen. Lo mismo aplica para Gallese, que ha estado impecable y todavía puede mostrar más, porque es un atajador y a Perú, en lo que va del torneo, no le han llegado mucho.

2) Laterales: dos costados, dos realidades. Por la derecha, Advíncula es pura dinámica y vértigo; por la izquierda, el gran mérito de Vargas es haber hallado la cordura. El Loco ya no es el arma ofensiva que solía ser: en la Copa solo se ha proyectado cuando el rival se lo ha permitido (Venezuela con un hombre menos; contra Bolivia, todo el tiempo). Con Chile será otra historia porque es previsible que Isla y Alexis se recuesten sobre su lado y, a menos que reciba ayuda, es un duelo en el que tiene todas las de perder. En cualquier caso, los dos laterales peruanos meten miedo por distintas razones: Advíncula por su velocidad y Vargas por su pegada. Y los dos tienen el mismo déficit, lo que más les cuesta es la marca. A futuro, la apuesta por Advíncula es clara. Encontrar una solución definitiva para la izquierda será una tarea que Gareca se traerá de regreso a Lima.

3) Volantes: En la primera línea, Lobatón no ha hecho todavía un partido redondo. Su lentitud ha quedado varias veces en evidencia y su buen pie se ha mostrado a cuentagotas. En cualquier caso, que sea titular es una prueba de que Gareca apuesta por tener la pelota, no cederla al adversario. Lo mismo aplica para Ballón, que sí tiene un poco más de despliegue. Si el equipo no sufre tanto para defender con esa primera línea de volantes es por el generoso despliegue de los integrantes de la segunda línea: Cueva, Sánchez y Farfán conforman la unidad más sacrificada, porque no solamente tienen la misión de atacar, es en su zona del campo donde Perú empieza a discutir la pelota. Por eso, los cambios de Gareca suelen ser en ese sector. Necesariamente, acaban fusilados. El gran torneo que está haciendo Cueva ha ayudado en esa tarea de destrucción creativa. A Farfán los rivales ya lo conocen y saben que no es prudente dejarlo desatendido. Con Cueva son dos amenazas y más alivio para sus compañeros.

4) Ataque: Dependiendo del partido y la circunstancia, Paolo Guerrero ha tenido que adoptar dos roles. Por ratos, delantero de equipo chico, llanero solitario a la caza de errores y contragolpes; y en otros momentos cabeza de área de un equipo que lleva la iniciativa. Lo bueno es que maneja ambos papeles a la perfección. Cuando juega Pizarro, el equipo no suma dos 9 de área, porque Claudio se retrasa con frecuencia para jugar como una suerte de pivote. Su misión es aguantar la pelota, disputar las divididas y agregarle sorpresa al ataque, porque Paolo de improviso se puede recostar sobre una banda para generar desbalances en la defensa rival, con lo que deja el centro abierto para Pizarro o cualquier de los volantes de segunda línea. Durante la primera fase, Perú fue de los equipos que menos remató al arco, pero el trabajo de sus jugadores ofensivos no fue por eso menos encomiable. Contra Bolivia demostró que tiene pegada, aunque igual desperdició muchas ocasiones. Lo mejor que nos puede pasar es que los tres goles de Paolo sean el inicio de una racha.

Postdata: Mucho se repite que Perú «es un equipo en formación». Esa es, como mucho, una verdad a medias. No esperemos de jugadores como Guerrero o Zambrano rendimientos mejores que los que están dando ahora mismo. Están en su pico y otros jugadores ya pasaron por sus mejores tiempos.

No se distingue en este plantel una apuesta clara por los jóvenes. Juegan los mejores, como siempre debe ser. Nadie juega para ganar experiencia, se juega para ganar, y la experiencia se gana como consecuencia natural, en el camino. Gareca opta por Pizarro cuando podría haber apostado por Yordi Reyna y pone a Lobatón en lugar de Benavente, un inexplicable favorito de la crítica especializada. Retamoso no es un chiquillo, como tampoco lo es Vargas. Es probable que dentro de un año, cuando ya se esté jugando la eliminatoria, el dibujo táctico que Perú está aplicando en Chile deje de ser aplicable por ausencia de algunos intérpretes. Será momento de presentar otro, ajustado a los futbolistas disponibles en ese momento. Pero si para entonces el equipo ha interiorizado la propuesta de no renunciar a la posesión del balón y ha ganado confianza en sus propias posibilidades, se habrá avanzado mucho.

Un gran triunfo de Gareca ha sido ganar tres partidos más en el máximo nivel para poner a prueba sus ideas. Con lo que le cuesta a la FPF conseguir amistosos decentes, ese es otro gran triunfo.

Un Perú moderno

por FABRIZIO TEALDO

Después de la primera fecha de la Copa, Jorge Barraza escribió que Perú debía imitar en todo a Venezuela: solidez, rigurosidad en la marca, cobertura de espacios. Los dos columnistas de este blog suscribieron a Barraza. Yo me opuse. Argumenté que Perú no tenía con qué imitar la propuesta destructiva venezolana, y que me parecía correcta la idea de Gareca de priorizar el buen pie, la posesión y el ritmo.

Es fácil emocionarse cuando la selección gana, pero el entusiasmo no se debe al resultado. Siempre he considerado que por encima de los jugadores está el grupo, y Gareca ha conseguido formar un grupo sólido que cree en la idea de juego. En Brasil 2014 sostuve que Tevez no debió ser incluido en el plantel argentino. Su historial de conflictos en el vestuario es irrefutable: de todos los equipos por los que pasó se fue peleado con el entrenador, compañeros y a veces hasta la hinchada. Se trata de un tipo difícil que podía mermar la interna. Seguramente hubiese jugado mejor que Higuaín o Agüero, pero lo más probable es que su presencia contaminara el buen ánimo de la albiceleste.

A partir de la formación del grupo en la selección, aparecen otras virtudes: mentalidad, ritmo sostenido los 90 minutos, apuestas de nuevos jugadores y cambios de posición que han rendido. Chile, el mejor equipo en lo que va de la Copa, será la medida para establecer si lo positivo que vemos en la selección no es un espejismo, como el 1-0 a Chile en Lima en las Eliminatorias a Brasil 2014.

  • Mentalidad: cuando Brasil nos volteó el partido en los minutos de descuento, vimos una historia repetida. Al siguiente partido frente a Venezuela, la selección no mostró nivel, pero sí calma, a pesar del golpe de haber perdido  sobre la hora (otra vez) contra los de Neymar. Frente a Colombia la concentración en los duelos individuales y priorizar el cero en arco propio mostraba una actitud diferente. Con Bolivia, la selección asumió su papel de favorito. Vargas se proyectó (el venenoso centro del primer gol sale de su zurda, con efecto y potencia para que llegue el 9 al borde del área chica), cuando en toda la fase de grupos el ‘Loco’ priorizó la marca. Otros temas: jugadores emblemáticos esperan en la banca sin queja; los sacan y no reniegan; en cuatro partidos no tenemos expulsados; los únicos suspendidos han sido los volantes de primera línea (Lobatón y Ballón), posición donde se comprende la acumulación de faltas y tarjetas amarillas. Reitero: la prueba de si el equipo tiene mentalidad será en las semis en el Nacional de Santiago frente al local, donde nos hemos comido goleadas y planteles anteriores entraron a la cancha con las piernas dobladas. La otra prueba de mentalidad será que resistan el endiosamiento. La labor del psicólogo que trabaja con la selección desde el primer día como un elemento indispensable para Gareca en el proceso, se verá no cuando los seleccionados estén pasando las fronteras, sino de locales, cuando deban resistir los murmullos del Estadio Nacional, los oles soberbios, las vedettes, el glamur o el barrio.

Advíncula James

  • Ritmo: no recuerdo otra selección peruana que mantenga el rendimiento los 90 minutos. Es cierto que Advíncula y Cueva corren por dos y le dan respiro al resto del plantel, pero esos pulmones adicionales son indispensables para cualquier equipo. Incluso, veo que debido al ritmo es que hasta estamos pegando con más inteligencia. Fuimos rigurosos en marca con Colombia, hubo una plancha peligrosa de Lobatón, algunas barridas a destiempo, pero es muy distinto pegar corriendo que golpear a un jugador sin el balón o meter un codazo de la nada, que hacerlo a velocidad, con intención de marca.
  • Nuevos jugadores: además de Cueva -mérito absoluto de Gareca, pues nadie confiaba en esta apuesta y ha sido el más destacado en lo que va de Copa-, sumo a Zambrano, Advíncula y Ascues. El lateral ha mejorado aspectos técnicos para el primer pase y sobre todo en el pie a pie. Tiene un entrenador personal con el que se capacita en defensa y ataque. A su impecable condición física le ha sumado juego. Virtud a la perseverancia de un extremo reconvertido en lateral. Zambrano, a su vez, ha comprendido que se le necesita como líder atrás, no como matón. La reconversión de Ascues de central tiene emocionado hasta la excitación a Juan Pablo Varsky, el comentarista de Directv que sabe como nadie.

Zambrano hincha

En síntesis: la selección al fin muestra un desempeño profesional. El gran problema del fútbol peruano es que sigue siendo amateur: divisiones inferiores desprolijas, dirigencia corrupta, jugadores indisciplinados. Este Perú muestra una dinámica moderna, aquella que a partir de los ochentas y noventas marcó el fútbol de primer nivel, precisamente la etapa donde inició nuestra debacle por mantenernos en la etapa amateur, época donde nuestros logros se estancaron. Además, se ha visto distintas propuestas: contra Colombia se cuidó el empate, pero frente a Bolivia se asumió el protagonismo. Es saludable ver que Gareca tiene planes según el rival y que no es un fundamentalista.

El tema está en Eliminatorias. El plantel corto complica en un torneo que se extiende dos años. Perú mantiene concentración tres semanas, con partidos seguidos. Manejar la ansiedad que genera jugar de local y de visita en partidos distanciados por meses, donde se habla mucho en torno a ellos en ese lapso, requiere equilibrio, paciencia, estabilidad emocional. Seguimos dependiendo de la consistencia de Guerrero y Farfán, que ya pasan los 30 años. Como se dijo en este blog, «La eliminatoria es una maratón y la Copa América es una carrera de 400 metros planos. La primera mide la profundidad de los planteles, el compromiso de los jugadores, la planificación a largo plazo, la paciencia y la solidez de las organizaciones».

Lo conseguido hasta ahora no debe ilusionarnos, porque en la Copa del 2011 también llegamos a semifinales y en Eliminatorias no dimos pelea. Además, aún no se demuestra un desempeño en ofensiva que deslumbre y a pesar de mostrar solidez defensiva, hay errores atrás y la asociación arriba se impuso sólo frente a Bolivia, un rival de menor jerarquía.

No comparto esa idea de que la Copa América es una preparación para las Eliminatorias. En un país con escasos logros internacionales, un galardón no se desdeña.

La pasión hace que el fútbol sea presente. Pizarro, Vargas, hasta Farfán, deben comprender que si eliminamos a Chile de su Copa, el hincha peruano les perdonará los errores del pasado. Sería el bautizo que los limpie de pecado.

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