por BRUNO RIVAS

Analizar las actuaciones de la selección peruana es una tarea harto difícil. Cuando están en juego los sentimientos nacionales, ser objetivo requiere de un esfuerzo extra no presente en el examen de otras selecciones. En circunstancias como esas, el patriotismo futbolero suele colarse en redacciones, canales de televisión y estaciones de radio. Con la blanquirroja en la cancha, la línea que separa al comentarista del hincha se vuelve muy delgada.

Desde antes del inicio de la Copa América he sido escéptico sobre el accionar de la selección peruana. Mi post titulado “El Perú está calato” marcaba una posición nacida de la observación de nuestro alicaído campeonato nacional y de su relación con la estructura social del país. Tengo claro que una nación en la que no existe el principio de autoridad y en la que el individualismo se ha extendido, es muy difícil que se logre una hazaña colectiva como clasificar a un mundial o ganar un campeonato importante. Esa posición la he mantenido al observar cada actuación realizada por nuestra selección en Chile. Si hay un espacio en el que no me ubico es en el de los optimistas.

Sin embargo, mi posición escéptica se ha visto suspendida durante varios pasajes de las dos últimas semanas. Mi novia ha sido testigo de cómo el pitazo inicial de cada partido de la selección me transforma en un hombre de fe. Mis amigos de este blog me han visto sacar la calculadora y memorizarme todos los escenarios favorables a la blanquirroja. De pronto, me he reconocido como un ser bipolar que afirma a viva voz que el fútbol peruano no tiene futuro y que minutos después canta “Creo en ti” en la ducha. Lo admito, me he vuelto un personaje de Robert Louis Stevenson. Por estos días habitan en mi dos personajes: el doctor Jekill y mister Hyde.

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El doctor Jekill es un hombre de ciencia, un sujeto racional que sabe que cada fenómeno es consecuencia de una serie de elementos combinados. Jekill explica la aceptable actuación peruana en el hecho de que nos hemos enfrentado con la peor Brasil de su historia y con una Venezuela disminuida. Que le empatamos a Colombia apelando a una estrategia que no nos dará réditos en las eliminatorias y que le ganamos a Bolivia porque es el único equipo de Sudamérica que tiene más lagunas que nosotros. Está seguro de que no tenemos ninguna opción contra Chile y cree que nuestra performance en la Copa América nos hace más mal que bien. El doctor diagnostica que se está generando una expectativa que provocará otra grave desilusión en el torturado hincha peruano.

Por su parte, mister Hyde es un ser altamente pasional, un individuo dominado por sus impulsos y cuyas acciones son motivadas por la fe. Hyde ha alentado a la selección partido tras partido y eliminatoria tras eliminatoria. No le importa si el equipo juega bien o mal, si gana o pierde, si sorprende o arruga. Cada victoria vale por si misma y es parte de un plan mayor que es la clasificación al mundial. Para él es posible eliminar a Chile en su propia casa. Está seguro que el ratoneo puede volver a ser efectivo y llevarnos a la final, que con suerte también podríamos sacar adelante. El señor confía que se está generando un nuevo espíritu, uno que se impondrá a las deficiencias de nuestro fútbol y que nos permitirá ser competitivos en las eliminatorias. Hyde apuesta sus fichas a Rusia 2018.

Hoy hasta las 6:29 estaré dominado por el doctor Jekill pero sé que un minuto después Mister Hyde emergerá en mi. Deseo profundamente que Hyde tenga razón y poder celebrar a su salud tras el pitazo final. Que se suspenda la razón es uno de mis mayores anhelos.