por BRUNO RIVAS

Los jugadores de fútbol siempre han estado divididos en dos grandes grupos: los creadores y los destructores. Así como hay volantes y delanteros nacidos para armar paredes y construir túneles, existen los cancerberos cuya alegría se sostiene en la interceptación de un pase o el bloqueo de un remate. Como el balompié es un deporte colectivo, dicha división también sirve para clasificar a los equipos. Mientras que hay escuadras que optan por la construcción, hay otras que apelan a la demolición constante. Aquel que haya seguido con detenimiento la Copa América no dudará en reconocer a Venezuela dentro de la segunda categoría.

La vinotinto llegó a la Copa América de Chile totalmente consciente de su carencia de creadores. Es por eso que Noel Sanvicente ha apostado por darle sinfonía a lo que tiene en abundancia. Ha caído en la cuenta de que es en la destrucción donde su escuadra encuentra ritmo y tempo. Dicha estrategia le dio frutos en su debut en el certamen continental. En Rancagua venció a la favorita Colombia tras desconectar todos los circuitos de una máquina que parecía perfectamente engranada. Venezuela hizo de la demolición la norma y supo anotar en el arco de un rival frustrado. Un cabezazo de Rondón fue el mazazo que terminó de destruir el edificio colombiano.

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Pero, en su segunda presentación, los venezolanos no le han podido sacar provecho a su ritmo destructivo. En el encuentro contra Perú no se encontraron con paredes que demoler o circuitos que desconectar. Se vieron con una selección tan carente de creativos como ella y no supo cómo reaccionar ante eso. Ante la ausencia de un edificación que demoler, concentró sus impulsos destructivos en los jugadores rivales. Y le costó caro. En el minuto 28, un frustrado Fernando Amorebieta pisó sin necesidad al nueve rojiblanco y condicionó la performance de su escuadra. La vinotinto mantuvo su concierto de golpes pero no tuvo piernas para aguantar a un rival tan empeñoso como ella. En el segundo tiempo, un intento de bloqueo se transformó en la asistencia perfecta para Claudio Pizarro quien no dudó en anotar. Venezuela salió derrotada de Valparaíso por no haber sabido canalizar sus tendencias destructivas.

Ahora la escuadra caribeña se jugará la clasificación ante un equipo que no contará con su principal arquitecto. Cabe la duda de cómo reaccionará ante una verdeamarela que, pese a sus intentos, no ha podido generar. La gran pregunta es si el domingo logrará sacarle provecho a su siempre arriesgada sinfonía destructiva.