por BRUNO RIVAS

Ya lo dijo Freud: nuestro primer rival es nuestro padre. La personalidad de cada individuo se constituye a partir de una derrota sufrida a costa de nuestro progenitor. Es el padre el encargado de hacerle ver al niño que no puede vivir atado a su madre y que es necesario que desee a otra persona. Si no se diera ese suceso viviríamos atados al narcisismo y nunca nos integraríamos a la sociedad. Por eso no es raro que por nuestro padre haya una combinación de resentimiento y gratitud. Quizás esa mixtura de sentimientos explique el resultado del encuentro entre Perú y Colombia.

colombiano nacional cueto de la rosa 1982 f

Durante mucho tiempo, los colombianos vieron al fútbol peruano con envidia. Una y otra vez, nuestro balompié se mostraba como superior al de ellos. Desde los cincuenta hasta los ochenta, figuras rojiblancas como Valeriano López, ‘Titina’ Castillo, ‘Tito’ Drago, César Cueto, Guillermo La Rosa, Julio César Uribe, Eduardo Malásquez, entre otros, dieron cátedra en los clubes colombianos. En la final de la Copa América del 75, Hugo Sotil bailó y venció al ídolo de Cali Pedro Zape. Asimismo, durante los veinte años que la escuadra amarilla no podía acceder a los mundiales, la blanquirroja tuvo su etapa de gloria. Incluso, en el 81, la eliminación fue cortesía de sus vecinos del sur. La paternidad era evidente y forjó un deseo en Colombia: para acceder al fútbol mundial había que jugar como Perú.

Justamente, en los ochenta toda una generación de futbolistas colombianos creció observando a los cracks peruanos. Y cuando el fútbol incaico entró en decadencia, el cafetero tomó la posta. El ‘Pibe’ Valderrama, Freddy Rincón y el ‘Tino’ Asprilla ocuparon el lugar de Cueto, La Rosa y Malásquez. Los hijos adoptivos de los cracks peruanos llegaron a tres mundiales seguidos, Italia 90, EE.UU. 94 y Francia 98, rindiendo tributo al buen juego heredado. Y estaban tan hechos a la medida de sus progenitores que llegaron a mostrar la misma irregularidad. Cuando eran los grandes favoritos de EE.UU. 94, imitaron el fiasco de la selección peruana en España 82. Regresaron sin pena ni gloria tras ser derrotados por equipos aparentemente inferiores.

perúcolombiapadre

Desde entonces, Colombia le ha mostrado a su alicaído padre más resentimiento que gratitud. Una serie de goleadas en casa y victorias de visitante de colombianos sobre peruanos, han hecho olvidar aquellas épocas en las que los cafeteros anhelaban ser como los incaicos. Tanto así que son pocos los que reconocen esa paternidad. Sin embargo, de vez en cuando, el parentesco es reconocido. Cuatro años atrás en Argentina, los cafeteros tuvieron que agachar la cabeza ante Perú. Y hoy, en el día del padre, se volvió a respetar la tradición. En Temuco, los colombianos fueron maniatados y, a pesar de sus violentos berrinches, tuvieron bajar las revoluciones. A regañadientes concedieron un resultado que le ha permitido a la selección peruana acceder a los cuartos de final de la Copa América. Un empate que es el regalo forzado propio de la fecha. Por más que finja olvidarlo, Colombia sabe quién fue el que lo llevó de la mano al fútbol mundial.