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Fútbol

Paraguay se venga del imperio brasileño

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por BRUNO RIVAS

A pesar de que la frase se ha repetido hasta el cansancio, no deja de ser cierta: el fútbol da revanchas. Algunas de ellas van más allá de lo deportivo y reivindican hitos políticos propios del mundo real. Pese a que su trascendencia social es mínima, el alcance emocional de una victoria futbolística puede llegar a ser similar al de una revolución. Por eso las victorias de Argentina sobre Inglaterra tienen sabor a revancha histórica o los encuentros entre Alemania y Turquía se dan en un ambiente particular. En esa línea podemos ubicar a la victoria de Paraguay sobre Brasil en los cuartos de final de la Copa América.

Los paraguayos aún recuerdan con dolor a la Guerra de la Triple Alianza ocurrida en el siglo XIX. En ella, el país guaraní se enfrentó a tres de sus vecinos: Brasil, Argentina y Uruguay. La razón fue la invasión del Imperio Brasileño a territorio uruguayo que el mandatario paraguayo de entonces había jurado defender. El conflicto culminó con una derrota paraguaya que alcanzó la calificación de desastre demográfico y político. Como consecuencia de la guerra, los guaraníes perdieron entre el 50% y el 85% de su población y buena parte de los territorios disputados con Brasil. Algunos historiadores afirman que las consecuencias del conflicto se expresan hasta hoy y explican los altos niveles de pobreza del país sudamericano.

El sábado, Paraguay se volvió a enfrentar al Imperio Brasileño. Sin embargo, esta vez las circunstancias fueron absolutamente distintas. Al encuentro en Concepción llegaron las peores tropas brasileñas, unas incapaces de poder arrasar a una escuadra paraguaya ordenada y valiente. Solo refuerzos argentinos y uruguayos le hubiesen permitido a la verdeamarela conseguir un resultado abrumador frente a los guaraníes. Pese a eso, los brasileños empezaron intentando revalidar su otrora espíritu imperial. Comenzaron ganando con un gol de Robinho, quien antes era visto como uno de sus principales generales. Un primer tiempo con pocos ataques provocó que algunos ilusos pensaran que los albirrojos no podrían recuperar terreno; sin embargo, la segunda parte fue otra historia. A punta de coraje y aprovechando un error en la zona defensiva brasileña, empataron y llevaron el encuentro a los penales.  

En la definición final, Paraguay mostró un carácter que por estos días no se ve en Brasil. Los guaraníes sacaron de carrera a un equipo que no había hecho méritos para llegar a cuartos de final. Y confirmaron lo que habían puesto en evidencia cuatro años atrás en otra ronda de penales: que Brasil ya no es el gran imperio continental de antaño. Ahora a los albirrojos les toca enfrentar a otra selección que participó en la Guerra de la Triple Alianza. Esta vez sí se enfrenta a una tropa de élite pero quien sabe de repente se concreta otra reivindicación histórica.

Argentina-Colombia y la crisis de confianza

por BRUNO RIVAS

Para ganar primero hay que acostumbrarse. Uno tiene que estar convencido de que lo que le corresponde es levantar copas y acumular títulos. Que avanzar rondas es solo un mero trámite. Que el resultado ya está escrito. Sin esa convicción es bastante probable que uno no sea capaz de entregarse al éxito. Y que uno termine pateando el balón muy lejos del arco. El encuentro disputado ayer en Viña del Mar enfrentó a un equipo acostumbrado al fracaso y a otro al que le es cada vez más difícil recordar lo que es la gloria.

La selección colombiana ha hecho de la decepción una norma. Desde que su fútbol es visto como uno de los mejores del continente, allá por la década del noventa, no ha estado a la altura de las expectativas. En 1994, luego de haber goleado 5 a 0 a Argentina en Buenos Aires, el fantástico equipo de Valderrama, Rincón y Asprilla fue un fiasco en el mundial y fue eliminado en primera ronda. Cuatro años después, en Francia, repitió la performance y regresó a casa temprano. Ni si quiera la Copa América que ganó en casa en el 2001 le devolvió el prestigio ya que el torneo quedó deslucido por la ausencia de Argentina y del primer equipo brasileño. Tras sus dos fracasos mundialistas, le tocó una ausencia de alegrías que duró hasta el 2014. En Brasil, la nueva generación de estrellas ilusionó a todos. Una primera ronda de ensueño y su gran actuación contra Uruguay provocó que muchos creyeran que James y compañía podrían eliminar a una deslucida Brasil. Sin embargo, los colombianos volvieron a achicarse ante las circunstancias y acumularon una decepción más.

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Por su parte, actualmente Argentina juega con una generación que ha aprendido a convivir con el fracaso. La albiceleste no gana un torneo importante de selecciones desde la Copa América de Ecuador en 1993. A partir de esa fecha ha sufrido eliminaciones constantes, varias de ellas bastante dolorosas. En Mundiales y Copas América, sus rivales históricos, Alemania y Brasil, lo han goleado o arrebatado finales en tiempo extra. El recuerdo de un capitán argentino alzando una trofeo se hace cada vez más lejano. Y dicho historial de derrotas se refleja en una crisis de confianza que suele acosar a sus principales estrellas.        

Ayer, en Chile, los fantasmas de los dos equipos volvieron a manifestarse. La otrora favorita Colombia se achicó una vez más. Por su parte, Argentina volvió a mostrarse incapaz de actuar como un grande. A pesar del buen fútbol desplegado, los gauchos parecían estar a punto de repetir otro fracaso. Y esa falta de relación con la gloria se manifestó durante la ronda de penales. Mientras Argentina desperdició dos oportunidades de llevarse el partido, Colombia no aprovechó los golpes anímicos sufridos por su rival. Solo un hombre relacionado con el éxito logró mostrar cuál es el camino correcto. Quizás el gol de Tévez le devuelva la confianza a la albiceleste. Es posible que su victoria por penales sobre Colombia le permita a Argentina recuperar la memoria.

 

Un Perú moderno

por FABRIZIO TEALDO

Después de la primera fecha de la Copa, Jorge Barraza escribió que Perú debía imitar en todo a Venezuela: solidez, rigurosidad en la marca, cobertura de espacios. Los dos columnistas de este blog suscribieron a Barraza. Yo me opuse. Argumenté que Perú no tenía con qué imitar la propuesta destructiva venezolana, y que me parecía correcta la idea de Gareca de priorizar el buen pie, la posesión y el ritmo.

Es fácil emocionarse cuando la selección gana, pero el entusiasmo no se debe al resultado. Siempre he considerado que por encima de los jugadores está el grupo, y Gareca ha conseguido formar un grupo sólido que cree en la idea de juego. En Brasil 2014 sostuve que Tevez no debió ser incluido en el plantel argentino. Su historial de conflictos en el vestuario es irrefutable: de todos los equipos por los que pasó se fue peleado con el entrenador, compañeros y a veces hasta la hinchada. Se trata de un tipo difícil que podía mermar la interna. Seguramente hubiese jugado mejor que Higuaín o Agüero, pero lo más probable es que su presencia contaminara el buen ánimo de la albiceleste.

A partir de la formación del grupo en la selección, aparecen otras virtudes: mentalidad, ritmo sostenido los 90 minutos, apuestas de nuevos jugadores y cambios de posición que han rendido. Chile, el mejor equipo en lo que va de la Copa, será la medida para establecer si lo positivo que vemos en la selección no es un espejismo, como el 1-0 a Chile en Lima en las Eliminatorias a Brasil 2014.

  • Mentalidad: cuando Brasil nos volteó el partido en los minutos de descuento, vimos una historia repetida. Al siguiente partido frente a Venezuela, la selección no mostró nivel, pero sí calma, a pesar del golpe de haber perdido  sobre la hora (otra vez) contra los de Neymar. Frente a Colombia la concentración en los duelos individuales y priorizar el cero en arco propio mostraba una actitud diferente. Con Bolivia, la selección asumió su papel de favorito. Vargas se proyectó (el venenoso centro del primer gol sale de su zurda, con efecto y potencia para que llegue el 9 al borde del área chica), cuando en toda la fase de grupos el ‘Loco’ priorizó la marca. Otros temas: jugadores emblemáticos esperan en la banca sin queja; los sacan y no reniegan; en cuatro partidos no tenemos expulsados; los únicos suspendidos han sido los volantes de primera línea (Lobatón y Ballón), posición donde se comprende la acumulación de faltas y tarjetas amarillas. Reitero: la prueba de si el equipo tiene mentalidad será en las semis en el Nacional de Santiago frente al local, donde nos hemos comido goleadas y planteles anteriores entraron a la cancha con las piernas dobladas. La otra prueba de mentalidad será que resistan el endiosamiento. La labor del psicólogo que trabaja con la selección desde el primer día como un elemento indispensable para Gareca en el proceso, se verá no cuando los seleccionados estén pasando las fronteras, sino de locales, cuando deban resistir los murmullos del Estadio Nacional, los oles soberbios, las vedettes, el glamur o el barrio.

Advíncula James

  • Ritmo: no recuerdo otra selección peruana que mantenga el rendimiento los 90 minutos. Es cierto que Advíncula y Cueva corren por dos y le dan respiro al resto del plantel, pero esos pulmones adicionales son indispensables para cualquier equipo. Incluso, veo que debido al ritmo es que hasta estamos pegando con más inteligencia. Fuimos rigurosos en marca con Colombia, hubo una plancha peligrosa de Lobatón, algunas barridas a destiempo, pero es muy distinto pegar corriendo que golpear a un jugador sin el balón o meter un codazo de la nada, que hacerlo a velocidad, con intención de marca.
  • Nuevos jugadores: además de Cueva -mérito absoluto de Gareca, pues nadie confiaba en esta apuesta y ha sido el más destacado en lo que va de Copa-, sumo a Zambrano, Advíncula y Ascues. El lateral ha mejorado aspectos técnicos para el primer pase y sobre todo en el pie a pie. Tiene un entrenador personal con el que se capacita en defensa y ataque. A su impecable condición física le ha sumado juego. Virtud a la perseverancia de un extremo reconvertido en lateral. Zambrano, a su vez, ha comprendido que se le necesita como líder atrás, no como matón. La reconversión de Ascues de central tiene emocionado hasta la excitación a Juan Pablo Varsky, el comentarista de Directv que sabe como nadie.

Zambrano hincha

En síntesis: la selección al fin muestra un desempeño profesional. El gran problema del fútbol peruano es que sigue siendo amateur: divisiones inferiores desprolijas, dirigencia corrupta, jugadores indisciplinados. Este Perú muestra una dinámica moderna, aquella que a partir de los ochentas y noventas marcó el fútbol de primer nivel, precisamente la etapa donde inició nuestra debacle por mantenernos en la etapa amateur, época donde nuestros logros se estancaron. Además, se ha visto distintas propuestas: contra Colombia se cuidó el empate, pero frente a Bolivia se asumió el protagonismo. Es saludable ver que Gareca tiene planes según el rival y que no es un fundamentalista.

El tema está en Eliminatorias. El plantel corto complica en un torneo que se extiende dos años. Perú mantiene concentración tres semanas, con partidos seguidos. Manejar la ansiedad que genera jugar de local y de visita en partidos distanciados por meses, donde se habla mucho en torno a ellos en ese lapso, requiere equilibrio, paciencia, estabilidad emocional. Seguimos dependiendo de la consistencia de Guerrero y Farfán, que ya pasan los 30 años. Como se dijo en este blog, «La eliminatoria es una maratón y la Copa América es una carrera de 400 metros planos. La primera mide la profundidad de los planteles, el compromiso de los jugadores, la planificación a largo plazo, la paciencia y la solidez de las organizaciones».

Lo conseguido hasta ahora no debe ilusionarnos, porque en la Copa del 2011 también llegamos a semifinales y en Eliminatorias no dimos pelea. Además, aún no se demuestra un desempeño en ofensiva que deslumbre y a pesar de mostrar solidez defensiva, hay errores atrás y la asociación arriba se impuso sólo frente a Bolivia, un rival de menor jerarquía.

No comparto esa idea de que la Copa América es una preparación para las Eliminatorias. En un país con escasos logros internacionales, un galardón no se desdeña.

La pasión hace que el fútbol sea presente. Pizarro, Vargas, hasta Farfán, deben comprender que si eliminamos a Chile de su Copa, el hincha peruano les perdonará los errores del pasado. Sería el bautizo que los limpie de pecado.

Perú-Bolivia y el acuerdo binacional

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por BRUNO RIVAS

El martes pasado en Puno tuvo lugar el Primer Gabinete Binacional Perú-Bolivia. Producto de ese encuentro se firmó la Declaración de Islas Esteves que incluye 37 acuerdos. Los primeros 36 se han hecho públicos; sin embargo, el último es un secreto que comparten los presidentes Ollanta Humala y Evo Morales. Solo los más arriesgados periodistas han podido sondear sobre la naturaleza del mismo. Uno de ellos se ha atrevido a comunicar al autor de este post el acuerdo en cuestión. En primicia lo anunciamos: El fútbol peruano y el boliviano se han fusionado.

Para nadie es un secreto que el balompié boliviano siempre ha visto con admiración al peruano. Clubes como Universitario y Sport Boys tienen sus émulos en el Altiplano. Grandes delanteros como Jorge ‘Koki’ Hirano dieron cátedra en los equipos más poderosos de La Paz. Recientemente, Marcelo Martins, la máxima estrella boliviana, comparó a la blanquirroja con Italia. Ante esos antecedentes, el acercamiento entre gobiernos se convirtió en la perfecta ventana de oportunidad para acercar a las selecciones de dos pueblos que aman y sufren el fútbol.

El encuentro disputado en Temuco por los cuartos de final de la Copa América sirvió como primer entrenamiento del nuevo combinado. Los titulares vestidos de rojo no tuvieron ningún problema en superar a los suplentes ataviados de blanco. Con suma facilidad, el primer equipo se puso tres goles arriba pero tuvo la cortesía de no concretar un marcador de escándalo. Incluso, Advíncula, uno de los más bonachones del equipo, tuvo la genial idea de cometer un penal que permitía que los suplentes salieran del campo con el honor intacto. La primera pichanga no concluyó con caras largas.

Ahora se viene la verdadera prueba de fuego para el equipo binacional. El lunes en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos se enfrentará a Chile por las semifinales de la Copa América. No obstante, las últimas informaciones indican que el acuerdo secreto se está resquebrajando. Emulando a lo ocurrido en la Guerra del Pacífico, la escuadra boliviana habría decidido dejar a la peruana a su suerte. Ni Chumacero, ni Martins reforzarían al equipo rojiblanco. Sin ninguna ayuda, Guerrero, Pizarro y compañía van por la heroica a Santiago de Chile. Su misión es no repetir campañas anteriores.

La infamia de Santiago

por BRUNO RIVAS

Para cambiar la historia es preciso realizar una gran hazaña. Sin embargo, y lamentablemente, también existe otro camino: el de recurrir a la infamia. El asesinato de un mandatario, la traición a un aliado o la consumación de un genocidio son acciones que han cambiado el destino de pueblos enteros. En su adecuada dimensión, el fútbol ha tomado con frecuencia la segunda ruta. ‘Manos de Dios’, goles fantasmas o patadas arteras le han permitido a algunas selecciones ganar partidos clave e incluso campeonatos. El miércoles en el estadio Nacional de Santiago de Chile se escribió un capítulo más de esta penosa trama.

Ayer, la selección chilena no solo se enfrentaba a uno de los equipos más difíciles de Sudamérica; también debían derrotar a un fantasma poderoso: el de las estadísticas. La escuadra roja había perdido en 18 de los 28 encuentros disputados contra la celeste. Asimismo, su récord de cero títulos continentales languidecía frente a los quince de los charrúas. Los de Sampaoli eran conscientes de que para vencer a Uruguay y mantener latente el sueño de levantar la Copa América había que hacer algo extraordinario. Había que jugar para cambiar la historia.

‘La Roja’ empezó el encuentro mostrando no estar a la altura de las circunstancias. Su juego dinámico y de toque fue bloqueado por una escuadra que salió con el cuchillo entre los dientes. Un primer tiempo sin grandes opciones de gol dejó en claro que los sureños necesitaban recurrir a otra estrategia que les permitiera llegar al gol. Y la elección fue una que se aleja de toda táctica profesional.

A menos de media hora para el final, Jara comete una agresión sexual contra Cavani y lo saca del partido. El caudillo sufriente de los charrúas no pudo aguantarse y, tras aplicar una cachetada a su atacante, recibió la cartulina roja. Una vez más la infamia cambió el curso de las cosas. La cancha se inclinó y se vino una marea roja. Al minuto 81, la muralla celeste cayó. El gol de Isla terminó de marcar el rumbo de la historia. Otra expulsión uruguaya en el minuto 90 solo sirvió para darle al resultado más sabor a injusticia. Hoy en calles y canales solo se habla de la infamia de Santiago; veremos si en diez días, como suele ocurrir en el fútbol, un campeonato hace olvidar los dedos de Jara.

Olvidemos a los héroes

El genio individual ha sido absorbido por los sistemas. Es cada vez menos frecuente ver una figura que carga con el mal funcionamiento de un seleccionado, ni siquiera en un torneo, en un partido. De los recientes, recuerdo los tres goles de Cristiano de visita frente a Suecia, que hicieron que al menos por un día se olvide que Portugal es un seleccionado vulnerable, lento e impreciso.

El sistema define los cambios sociales y está por encima de los individuos, sentencia la Sociología clásica. Hay parte de razón en esa visión positivista de la realidad, donde la sociedad se concibe como un conjunto donde las estructuras determinan sus principios.

Trasladando la máxima al fútbol, basta remontarse al último Mundial, donde el gran destacado no fue un jugador, sino el sistema alemán. A partir del funcionamiento similar a un ferrocarril con la puntualidad de un reloj, aparecieron Muller, Kroos, Hummels, Neuer. A diferencia de los torneos de clubes, en los de selecciones destacan arqueros, defensas, volantes defensivos o mixtos: Kahn fue la figura del 2002 y Cannavaro la del 2006. La última gran actuación de un jugador ofensivo la dio Forlán en el 2010.

Las dos razones más señaladas sobre los sistemas prevaleciendo sobre el genio son el poco tiempo de trabajo y el agotamiento (los torneos de selecciones se juegan al término de una larga temporada que va de los 40 a los 60 partidos en alrededor de diez meses). El poco tiempo de trabajo impide darle funcionamiento al once y el agotamiento merma el rendimiento individual. La segunda alternativa depende del momento en que el pico de rendimiento agarre del jugador, por lo mismo es variable. La segunda, por otro lado, es una constante. El sistema tarda en conseguirse, depende de prácticas diarias y de varios partidos. Por ello, mucha selecciones nunca lo consiguen y otras lo van encontrando en el rodaje del torneo.

Los sistemas aceitados, a su vez, potencian al genio individual. No es que este haya desaparecido, se les ve todos los fines de semana en sus clubes, pero en selecciones aparecen a cuentagotas. En un fútbol cada vez más competitivo y físico, es muy difícil que Neymar, Messi, James o Cavani carguen con el peso de un equipo que en el poco tiempo de entrenamiento ha privilegiado el ensayo en defensa antes que el ofensivo; inicialmente, arriba se privilegia la libertad y la asociación entre las figuras. Los seleccionadores esperan primero ser sólidos en defensa, luego irán agarrando dinámica ofensiva y aparecerán las sociedades en el área rival. En los clubes sucede lo contrario: relevos, paredes, ruptura de líneas fluyen naturalmente, de memoria, por el trabajo diario y en muchos casos sostenido durante años. En los clubes, el funcionamiento potencia a la estrella y el sistema está concebido en torno a ellos. Genio y sistema son complementarios.

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Sin sistema engranado, la figura pierde relevancia. El mejor Brasil se vio en los primeros 45 minutos frente a Venezuela, con Neymar en las tribunas. La salida del astro amistó a la verde amarela con la pelota, porque ya no había a quien entregársela para que resuelva; tuvieron que conectarse y ser un equipo que agredía, no que esperaba al genio hacerlo en nombre de todos. Y es que el fútbol es un deporte demasiado colectivo. La épica individual aparece muy eventualmente. Quizá por ello no recuerdo ninguna gran película sobre fútbol, deporte donde el protagonista no es un actor sino todo el equipo.

Esta situación desilusiona al hincha, porque el héroe emociona más que el sistema. El sistema es materia para especialistas de la táctica, mientras en el héroe se proyectan los sueños y deseos. El márketing inteligente comprende la estructura de los sueños, y por ello apela a la estrella en sus eslogans. En Sudáfrica 2010, sonó mucho la campaña de Nike: héroe + 10. El nombre iba desde Messi y Schweinsteiger, siempre + 10. Al final prevaleció el ‘tiki taka’ de España, sin ninguna figura rutilante. Campeonó el juego asociado.

El héroe sigue vigente, pero desaparece sin sistema aceitado. Aunque la Sociología clásica quiso olvidarlo, siempre han sido individuos los que han cambiado la historia. Las estructuras definieron el cambio social, incluso la aparición de un Napoleón, pero fue un espíritu con características específicas lo que llevó a que esa persona resalte sobre el resto y pase de estratega militar a ser coronado emperador.

Ahora que arranca la fase de eliminación directa, es cuando más se espera la aparición del genio individual. El hincha quiere ver a Messi haciendo la gran Maradona, a James destacando como en el Mundial. El problema es que ahora el 10 colombiano está recibiendo la pelota en cancha propia y no al borde del área contraria como en Brasil 2014. Cada vez que Messi se pone la albiceleste, queda más claro que el Barza de la última década no ha ganado todo sólo por la Pulga. Incluso los héroes necesitan que los mortales les devuelvan bien la pelota.

Jamaica y la tradición del convidado de piedra

por BRUNO RIVAS

Si algo confirmaron los jamaiquinos durante la Copa América es que son los más veloces. Están tan acostumbrados a cruzar primero la meta que fueron los primeros en abandonar Chile. Sin embargo, en el campo de las habilidades relacionadas con el balompié poco demostraron. Se podría decir que su mayor mérito fue el de repetir el mismo marcador durante los tres partidos que disputaron. El 1 a 0 contra Uruguay, Paraguay y Argentina supo a buen resultado para un equipo que entendió que solo había llegado para cumplir. Finalmente, si algún consuelo le queda a los amantes del buen fútbol es que la actuación de los ‘reggae boys’ sirvió para seguir escribiendo la historia de los convidados de piedra del torneo continental.

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Desde su primera edición hasta la actualidad, la Copa América ha tenido diferentes formatos, generalmente motivados por la adhesión de nuevas selecciones. Cuadrangulares, eliminatorias sin sede fija o el todos contra todos fueron algunos de los sistemas que fueron empleados durante las ediciones previas a la década del noventa. Fue recién en 1993, en el torneo desarrollado en Ecuador, cuando se adoptó el formato que conocemos actualmente: el de tres grupos formados por cuatro equipos. Dado que este sistema requiere de doce escuadras y la Conmebol solo cuenta con diez siempre se hace necesario la participación de dos invitados. Una de las vacantes siempre ha sido llenada por México, la otra por el convidado de piedra.

Han sido pocas las veces en que el segundo invitado ha logrado cumplir con una buena performance. En Ecuador 93, Estados Unidos solo cosechó un punto y quedó último en la tabla general. Costa Rica obtuvo el mismo puntaje en Bolivia 97 y se ubicó en el sótano de su grupo. Lo mismo ocurriría con Japón en Paraguay 99. En Perú 2004, Costa Rica lograría una mejor actuación al lograr tres puntos y avanzar a cuartos. EE.UU. volvería para Venezuela 2007 pero regresaría a casa con cero puntos. Finalmente, en Argentina 2011, Costa Rica volvería a quedar fuera en primera ronda tras quedar como el peor tercero del campeonato. Las únicas excepciones a la regla se dieron en Uruguay 95 cuando Estados Unidos logró el cuarto lugar y en la accidentada Colombia 2001 cuando Honduras alcanzó también la cuarta posición.

Siguiendo la numerología no debería sorprender a nadie la actuación de Jamaica en Chile 2015. Finalmente está cumpliendo con una tradición que solo se ha roto por circunstancias excepcionales. Que nadie se burle de los ‘reggae boys’. No woman, don’t cry, mejor recuerda las estadísticas.

Yo soy tu padre

por BRUNO RIVAS

Ya lo dijo Freud: nuestro primer rival es nuestro padre. La personalidad de cada individuo se constituye a partir de una derrota sufrida a costa de nuestro progenitor. Es el padre el encargado de hacerle ver al niño que no puede vivir atado a su madre y que es necesario que desee a otra persona. Si no se diera ese suceso viviríamos atados al narcisismo y nunca nos integraríamos a la sociedad. Por eso no es raro que por nuestro padre haya una combinación de resentimiento y gratitud. Quizás esa mixtura de sentimientos explique el resultado del encuentro entre Perú y Colombia.

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Durante mucho tiempo, los colombianos vieron al fútbol peruano con envidia. Una y otra vez, nuestro balompié se mostraba como superior al de ellos. Desde los cincuenta hasta los ochenta, figuras rojiblancas como Valeriano López, ‘Titina’ Castillo, ‘Tito’ Drago, César Cueto, Guillermo La Rosa, Julio César Uribe, Eduardo Malásquez, entre otros, dieron cátedra en los clubes colombianos. En la final de la Copa América del 75, Hugo Sotil bailó y venció al ídolo de Cali Pedro Zape. Asimismo, durante los veinte años que la escuadra amarilla no podía acceder a los mundiales, la blanquirroja tuvo su etapa de gloria. Incluso, en el 81, la eliminación fue cortesía de sus vecinos del sur. La paternidad era evidente y forjó un deseo en Colombia: para acceder al fútbol mundial había que jugar como Perú.

Justamente, en los ochenta toda una generación de futbolistas colombianos creció observando a los cracks peruanos. Y cuando el fútbol incaico entró en decadencia, el cafetero tomó la posta. El ‘Pibe’ Valderrama, Freddy Rincón y el ‘Tino’ Asprilla ocuparon el lugar de Cueto, La Rosa y Malásquez. Los hijos adoptivos de los cracks peruanos llegaron a tres mundiales seguidos, Italia 90, EE.UU. 94 y Francia 98, rindiendo tributo al buen juego heredado. Y estaban tan hechos a la medida de sus progenitores que llegaron a mostrar la misma irregularidad. Cuando eran los grandes favoritos de EE.UU. 94, imitaron el fiasco de la selección peruana en España 82. Regresaron sin pena ni gloria tras ser derrotados por equipos aparentemente inferiores.

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Desde entonces, Colombia le ha mostrado a su alicaído padre más resentimiento que gratitud. Una serie de goleadas en casa y victorias de visitante de colombianos sobre peruanos, han hecho olvidar aquellas épocas en las que los cafeteros anhelaban ser como los incaicos. Tanto así que son pocos los que reconocen esa paternidad. Sin embargo, de vez en cuando, el parentesco es reconocido. Cuatro años atrás en Argentina, los cafeteros tuvieron que agachar la cabeza ante Perú. Y hoy, en el día del padre, se volvió a respetar la tradición. En Temuco, los colombianos fueron maniatados y, a pesar de sus violentos berrinches, tuvieron bajar las revoluciones. A regañadientes concedieron un resultado que le ha permitido a la selección peruana acceder a los cuartos de final de la Copa América. Un empate que es el regalo forzado propio de la fecha. Por más que finja olvidarlo, Colombia sabe quién fue el que lo llevó de la mano al fútbol mundial.

Paraguay vuelve a ser aceptado en el Mercosur

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por BRUNO RIVAS

Para Paraguay los días más duros han pasado. Ha salido invicta de la primera fase de la Copa América de Chile en un grupo en el que se encontró con rivales de sumo cuidado. En partidos sumamente disputados, la selección albirroja logró levantar resultados adversos ante Argentina y Uruguay. Con sus empates ante las poderosas escuadras del Río de la Plata, los paraguayos no solo lograron la clasificación a los cuartos final del torneo sino que han recuperado su posición en el continente.

Las eliminatorias para Brasil 2014 fueron las peores para los albirrojos en veinte años. Tras clasificar a cuatro mundiales consecutivos, los guaraníes quedaron últimos en la última competición continental. Durante toda la campaña, la selección paraguaya careció de liderazgo sostenido. Los malos resultados provocaron la salida de Francisco Arce, Gerardo Pelusso y hundieron en el desprestigio a Víctor Genes. Parecían muy lejanos los días en los que ponían en aprietos a España en los cuartos de final del mundial de Sudáfrica o en los que disputaban con Uruguay la final de la Copa América de Argentina. Las puertas del mundo se le cerraron a los paraguayos.

Por esos días Paraguay también era políticamente un paria. En junio del 2012, el golpe congresal contra el presidente Fernando Lugo provocaba la suspensión del país guaraní de la Unasur y del Mercosur. Una economía que había logrado sus máximos históricos meses atrás era bloqueada por sus aliados regionales. Durante poco más de un año, tuvo que sufrir la condición de apestado. Recién, en julio del 2013, a tres meses del fin de las eliminatorias mundialistas, se le levantó el castigo.

Hoy en día, el país guaraní ya no es un apestado político ni futbolístico. Con los liderazgos de Horacio Cartes y Ramón Díaz, respectivamente, ha vuelto a insertarse en los mercados continentales. Si bien la para les costó caro, están empezando a cosechar resultados. Las cifras macroeconómicas se mueven a buen ritmo en tiempos en que Lucas Barrios le anota a Argentina y Uruguay. La albirroja ha vuelto a ser vista con respeto en el competitivo mercado sudamericano.

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